martes, 27 de diciembre de 2011

Cuento triste


Una tarde me contó que su padre bebía. Me contó que su padre bebía cuando él era un niño. Bebía para olvidar las penas y a veces olvidaba que tenía un hijo.
Los sábados, pasado el divorcio, su madre lo duchaba y lo vestía con sus prendas más bonitas. Siempre un jersey azul. Su color favorito era el azul. Aún a veces se viste de azul. Le echaba un chorro de colonia en el pelo y lo peinaba como a un niño serio, como un príncipe pequeño.
A la hora de la merienda iban juntos al parque y esperaban al padre. Él bien peinado, vestido de azul. Después de la hora de la merienda llega la hora de la cena. Él y su madre en el parque. No había rastro del padre. No había padres en el parque. Sólo madres e hijos que pasada la hora de la cena se volvían solos a casa, sin hambre y sin padres. Tristes, bien peinados y azules. Se metían juntos en la cama y juntos leían susurrando un cuento. Un cuento para olvidar, pero todos los cuentos les parecían demasiado tristes esos días y entonces cerraban las tapas duras del libro infantil, repleta de dibujos tiernos, lo empujaban con cuidado debajo de la cama y cerraban los ojos. Sólo entonces, una vez ya se habían rendido, se permitían el lujo de despeinarse.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Te digo que te amo

Sorpresas muchas en este mundo hay, pero lo que yo no imaginé poder conocerte, ya que tú a mi vida llegaste sin yo pesarlo. Simplemente amigos éramos aunque el destino quiso que mi corazón te amase y con ello el querer verte día a día. Ahora con tan sólo la juventud y todo lo que me queda por vivir según me dicen, todo aquello con lo que la gente sueña, es fácilmente estropeado por la ilusión de tenerte algún día. No es el físico, tampoco un capricho, sólo tú eres persona con la que quisiera estar... Esa sonrisa, esa alegría y ese ímpetu que te caracteriza es lo que viene a ser un gran amor con pocas palabras. Por ello, simplemente con amor, TE DIGO TE AMO...

Refugio

Siento frío, mucho frío. Las montañas aún susurran tu nombre, y el azul del cielo parece emanar la alegría de tus ojos cálidos.

La fragancia que suspiro es inquieta, soñadora, indudablemente tuya. ¿Dónde estás? ¿Acaso habitas entre los suspiros del viento gélido que azota mi alma con tu ausencia?

Aún puedo intuir la suavidad de tus movimientos, bañarme en la reminiscencia de tu risa y beber de tu esencia infinita. ¿Bailamos? Bailemos. Y entre la bruma maliciosa, bajo la mirada púrpura de la sierra altiva, escribamos la despedida de nuestro baile eterno con final.

Refugio, tú no lo sabes a pesar de tu largo caminar sobre el sendero de la vida; pero lo cierto es que el amor verdadero nunca muere. Y si en la dimensión de los vivos resulta un sueño imposible, cristaliza irremediablemente en aquellos lugares donde destiló su fuerza inexorable.

Tal vez por eso, aún hoy dos fantasmas enamorados bailan abrazados en los últimos rayos del sol. Ella es una princesa oscura que encontró la luz en el sortilegio de una mirada inefable. Él es un refugio refugiado en la dulzura de tiernas caricias con sabor a primavera.